El matrimonio compuesto por Jonathan Vélez Vargas y Ana Lisandra Rodríguez Suárez ha demostrado la certeza del famoso refrán que dice: “En la unión está la fuerza”. Este matrimonio, con tenacidad y perseverancia, ha trabajado para conseguir que New Action Aluminum se haya convertido en el exitoso negocio que es actualmente. New Action Aluminum se dedica a la venta al por mayor y al detal de aluminio y productos fabricados en aluminio. Ellos fabrican puertas y ventanas, de todo tipo, hechas en aluminio. Además, venden una amplia variedad de productos relacionados tales como cristalería, herrajes y tornillos, entre otros.
Ambos esposos conocen desde temprana edad lo que es el trabajo, ya que los dos, desde niños, trabajaron en los negocios de sus padres. Jonathan nos narra cómo fue su infancia: “Desde que yo tenía 8 años, mi papá me decía los sábados, que era mi tiempo libre, ‘Vente a trabajar conmigo’ y me llevaba a montar “escrines” (screens). Lo grisecito ese de los “escrines”, yo era el que los montaba; lo ayudaba a cargar la guagua, lo ayudaba en todo, o sea, nunca tuve un sábado libre, nunca. Cuando cumplí mis 13 años, mi papá me dice, ‘En la semana vamos a trabajar’. Pues yo salía de la escuela, iba a casa, estudiaba, hacía mis asignaciones, cogía una guagua, la famosa “pisicorre” desde Barrio Obrero hasta Río Piedras, lo esperaba en Río Piedras, mi papá llegaba a las 4:30 y me recogía y nos íbamos a instalar. Eso era casi todas las semanas. Así fue como me fui forjando y soy el hombre que soy ahora, gracias a Dios”.
Por su parte Ana nos narra que ella también trabajó con su padre desde temprana edad: “Siempre estuve involucrada en los negocios de mi papá, desde chiquitos, éramos 5 hermanos, siempre nos tenían de cajeras, nos ponían cajones, para cobrarle a la gente… Mi papá tuvo agencias hípicas y luego tuvo negocios de subastas. Cogían subastas, por ejemplo, cuando el Dupont Plaza se quemó, cogieron esa subasta, los televisores y las cosas que servían y los vendían después en subastas. Él los cogía y los liquidaba bien baratos, en $50, $100. Cogió una vez una subasta de papel de baño. Se llenó la sala completa de papel de baño y cuando llegábamos de la escuela, nos ponían a empacar el papel de baño, y teníamos que hacerlo “obligao”. El papel de regalo, envolverlos, 10 yardas y después nos ponían en el pueblo de Caguas y lo teníamos que vender para la época de Navidad, y así nos ganábamos el peso, y nos daban $100 o $200, dependiendo de lo que vendíamos”.
Jonathan siempre continuó trabajando en la industria del aluminio y según él mismo nos narra: “Esta siempre ha sido mi línea, no he tenido que trabajar en otros trabajos. Siempre ha sido en esto y en esto me desarrollé, que lo conozco desde la A hasta la Z”. Sin embargo, después de muchos años de trabajo como empleados, se dio la circunstancia que ambos quedaron desempleados, y en ese momento se aventuraron a montar su negocio propio. Según Jonathan: “Pues al otro día fuimos a inscribir el negocio, y encaminar nuestro propio negocio. No fue fácil, pero se puede, se puede”. En ese momento Jonathan trabajaba en un pequeño taller en la parte de atrás de su casa, de unos 20´x 7´, un espacio bien reducido. “Yo tenía un tallercito, en el cual ahí yo hacía mis cositas, como dice el típico puertorriqueño, yo hacía mis chivitos. Yo hacía mis chivitos por ahí, en lo que se me daba el negocio como está ahora. Yo me quedaba en el taller fabricando, porque ya yo tenía unos clientes a los cuales había que cumplirle”. Posteriormente, lograron conseguir el local que necesitaban, a través de la Compañía de Fomento Industrial, el cual pudieron tramitar en unas dos semanas.
“Oriental entró en el panorama desde el día uno, ya yo tenía unas cuentas con Oriental, yo no tengo quejas de Oriental. Cuando fuimos al banco Oriental, nos reunimos con el señor Gilberto Medina. Yo estoy con el Banco Oriental desde el día uno, estamos hablando que llevo con cuentas de Oriental desde hace más de 10 años aproximadamente. Oriental conmigo siempre ha sido un banco súper, súper, súper. Cuando fui a Oriental me atendió don Gilberto, y él siempre fue bien, bien, bien, amable. Le dijimos más o menos la idea que teníamos, la cual él nos dio varias opciones del tipo de negocios que nosotros llevábamos, a ver cuál nos convenía. Gracias a él, cogimos una oferta que nos convenía, que nos ayudó a tener cierto crédito con el banco. Gilberto siempre, siempre, siempre fue atento con nosotros, y continúa pendiente, está pendiente todavía”, explica Jonathan.
Por su parte Ana nos narra su versión de la visita a Oriental y de la visita del banquero a su hogar: “Al otro día nos levantamos y fuimos al banco Oriental. Y hablamos allí con Gilberto Medina, quien nos atendió muy amablemente y cuando hablamos con él nos dijo, ´Yo los voy a visitar para ver el local y el sitio donde ustedes están´, y yo, ´Ok, está bien´. Y mi esposo en la guagua me dice, ´Pero tú estás loca, no tenemos local. ¿Tú quieres que él nos visite?´ , y yo le digo, ´Pues tú tienes una sierra ahí, en una casita y eso es lo que le vamos a enseñar´. Cuando llega Gilberto y nos saluda y nos ponemos a hablar en la casa y él me pregunta ´Ajá, Ana, ¿y el local?´ y yo abro la puerta de la terraza y yo le digo, ´Ahí´. Y él abrió los ojos así bien grandes y me dijo, ´¿Ahí?´ y yo, ´Sí, ahí´. Llevábamos desde el 2001 al 2019 en la industria y mi esposo desde los ocho años está en esto, éramos dos locos que sabíamos lo íbamos a hacer”.
Jonathan y Ana se embarcaron en esa gran aventura llamada New Action Aluminum, pero con los pies en la tierra, unidos, pero dividiendo las responsabilidades. Ana está encargada de la administración y de la venta de aluminio y Jonathan está más enfocado en la parte de producción e instalación de las puertas y ventanas.
Como todos los empresarios, Jonathan y Ana han tenido que enfrentar múltiples retos. Según cuenta Ana: “El primer reto que tuvimos fue que cuando yo llamaba a los suplidores, al ser hija de alguien que tenía el mismo negocio, pues nos cerraban las puertas, todo el mundo. El otro reto que tuvimos bien grande fue la pandemia. Nosotros empezamos el negocio en septiembre del 2019 y en marzo del 2020 cerraron San Lorenzo, que fue de los primeros pueblos que cerraron la carretera y nadie podía pasar que no fuera residente. Y la licencia de nosotros decía Caguas, no podíamos pasar”. Sin embargo, al cabo de tres meses de cierre, logaron abrir nuevamente. Jonathan explica: “Lo positivo, cuando ya permitieron abrir los locales, con mascarilla, al estar tres meses cerrados, esas personas que no me compraron por tres meses, estuvieron guardando sus trabajos por tres meses, y cuando reabrí, ¡BOOM!!”
Jonathan y Ana ofrecen varias recomendaciones a los dueños de nuevos negocios. Para Jonathan es muy importante escuchar el insumo de las personas, tanto de los empleados como de los clientes, ya que estos pueden dar buenas ideas para mejorar la operación. Otra recomendación es que los dueños interactúen con sus clientes, que los conozcan, que no se encierren en una oficina. El servicio al cliente es primordial. Ana coincide en esta recomendación y explica que es muy importante tener la mercancía disponible y ofrecerle al cliente todo lo que necesite, para que no tenga que ir a buscarlo a otros lugares. También para Ana es muy importante la eficiencia y rapidez en el servicio, porque para ella, esa es una de las claves de su éxito: “Aquí lo encuentras todo en el mismo lugar, y aparte que sea rápido, porque es una de las cosas que nos ha llevado al éxito. La gente decía: ´Ve allí que ahí es bien rápido, ve a casa de Ana´. Porque así es que le dicen, a casa de Ana. ´Estoy aquí en casa de Ana, encontré esto aquí, en casa de Ana´”.
A medida que el negocio ha ido creciendo, también se ha estrechado su relación con Oriental. Ellos ya tienen varias cuentas con Oriental, tanto comerciales como personales. También han optimizado su uso de la cuenta Cash Management, la cual es una cuenta práctica y flexible para las PyMEs, ya que que se ajusta a la necesidad de cada empresa. “Con Gilberto, tenemos buena comunicación yo hablo con él todos los días, siempre me monitorea las cuentas. Siempre me ayuda, me da la mano, siempre está ahí pushing conmigo. Siempre me dice, ´Vamos a abrir una línea de crédito´, siempre él ha hecho, es ese sentido, que mi negocio vaya creciendo. Me ofrece ACH, para pagar a los empleados. A los empleados le llegan sus chavitos a su cuenta los viernes. Yo he ido creciendo, o sea, de una cuenta que era nada más que pagar con cheque, pues ya tengo muchas cosas que puedo hacer con esa cuenta”, explica Ana.
Ambos empresarios coinciden que en Puerto Rico sí se puede emprender. “En Puerto Rico sí se puede hacer un negocio, ¿por qué? Porque Puerto Rico tiene todas las herramientas para echar el negocio hacia adelante. En Puerto Rico hay mucho trabajo, aunque no parezca, hay mucho trabajo. En Puerto Rico sí se puede hacer negocio, lo que hay que hacer es echarle ganas. Lo que hay que hacer, es buscar un banco como Oriental, que esté pendiente a las finanzas de tu negocio para que tu negocio tenga éxito, pero sí se puede hacer negocios en Puerto Rico, se puede”, concluyó Jonathan.