Hotel La Terraza de San Juan, honrando la historia y el patrimonio cultural del Viejo San Juan

Gustavo y Beatriz Higuerey, viven enamorados del Viejo San Juan y por ese amor a la arquitectura y la historia del Viejo San Juan, decidieron invertir y restaurar una propiedad. Actualmente son los propietarios del Hotel La Terraza de San Juan, el cual es un hotel boutique en la calle Sol y que consta de 24 habitaciones. Este hotel es uno histórico colonial en donde el visitante encontrará diferentes a ambientaciones a través de las diferentes áreas del hotel, todas respetando la historia y la época. El hotel también tiene un restaurante y una terraza con una piscina con maravillosas vistas a la bahía de San Juan.

Gustavo y Beatriz, ambos venezolanos, visitaban a Puerto Rico con frecuencia para visitar a una amistades de Gustavo, y vivía enamorados del encanto del Viejo San Juan.

“Bueno cuando llegamos aquí, que fue para más o menos a finales de 2006- 2007 estuvimos viendo diferentes cosas aparte de vacacionar. Gustavo es un inversionista y tiene muchísimas ideas, entonces vimos esta propiedad del 262 aquí en la calle del Sol, en donde había una oportunidad grande para restaurarlo. Por nuestro amor por la decoración y las propiedades le vimos el potencial que tenía, sobre todo Gustavo. Decidimos hacer la inversión e imagínate con estas vistas tan maravillosas a la bahía y con el encanto que tiene este lugar histórico, fue una oportunidad bien importante para nosotros como familia.

Se pensaron muchas cosas, se pensó en una inversión para nosotros a largo plazo. Hubo comunicación con el departamento de Turismo, se evaluaron varios factores y había muchas ayudas en ese momento y actualmente también. Entonces se empezó la remodelación del 262, la edificación de al lado, y comenzamos con cinco unidades. Se evaluó también si se iba a rentar a largo plazo, al final decidimos hacerlo a corto plazo y comenzar este emprendimiento”, explica Beatriz sobre cómo surgió la idea de invertir en una propiedad en el Viejo San Juan.

Gustavo, por su parte, nos confiesa que su amor por Puerto Rico surgió mucho antes que eso: “Durante la época universitaria hice dos amigas entrañables y muchos otros amigos puertorriqueños y en una oportunidad vine a unas fiestas de la calle San Sebastián. Sería el año 1986 y en esa época yo me dije, ´Yo voy a volver acá, algún día yo voy a vivir aquí´. Después que nos casamos y tuvimos nuestra primera hija, vinimos a visitar San Juan, ya por segunda o tercera vez. Nuestra luna de miel fue en Vieques, entonces teníamos ese cariño de venir acá y visitar a los amigos. Nos encantan los edificios antiguos, el encanto de los adoquines, la arquitectura. El Viejo San Juan es un pueblo muy querido, donde todo el mundo se conoce y está desde el más rico al más pobre, todos los días, diciéndose buenos días y conviviendo”.

Ya con la idea en mente de querer invertir en el Viejo San Juan, los Higuerey se toparon con la oportunidad de comprar la propiedad 262 de la calle del Sol y restaurarla. “En ese momento conocimos a un veterano que era dueño del primer edificio, del 262, y él había tenido ese edificio en su familia por 7 generaciones. Ese edificio, en su primer nivel, tiene 200 años y los dos niveles posteriores tienen 100 años y se ve en la construcción. En ese edificio tuvimos la oportunidad de a socavar el sótano para hacer unas habitaciones abajo y fue bien interesante porque vimos los cimientos del edificio y cómo se hacían los edificios y se veía cómo ese edificio está sostenido por unas vigas de ausubo que tienen 200 años. Las vigas nunca las tuvimos que tratar ya que tenían una brea de esa época y con esa brea han sido protegidas toda la vida.

Entonces está ese edificio disponible, pero está en estado de ruina. En él había un grifo de agua que funcionaba en un patio interior, pero no funcionaban los baños, las puertas no servían, y las losas se pudieron rescatar unas sí y otras no. Y de ahí hicimos todo de nuevo, plomería, electricidad, carpintería… Enderezamos los techos porque el edificio fue construido en etapas y está montado sobre un cerro entonces él baja, y había como niveles, y escalones, entonces se hizo una nivelación del techo para que pudiera ser un área social, por eso se llama La Terraza.

Fue un sueño volver a San Juan y tener la oportunidad de cuidar uno de estos edificios. En esta etapa que me que me ha tocado a mí ser el guardián de estos edificios y de este patrimonio y de la historia y de todo lo que estos edificios conllevan detrás de sí. Si las paredes pudieran hablar, ¿verdad?”, comenta Gustavo.

El plan original de Gustavo y Beatriz era restaurar el edificio y venderlos como apartamentos, sin embargo, la vida da vueltas y cambia y ellos también tuvieron que cambiar sus planes de inversión: “Lo único seguro en la vida, es el cambio, los impuestos y la muerte. En el momento de hacer la inversión íbamos a hacer unos apartamentos y los íbamos a vender, pero cuando terminamos había una crisis inmobiliaria en Puerto Rico. Cuando terminamos era como a finales de 2009- 2010. Entonces tuvimos que decir, ´Pues mira, lo que hicimos no vale lo que pagamos, ¿qué hacemos, tiramos la toalla o seguimos? ´ y seguimos… Entonces decidimos continuar, teniendo fe de que, a veces las cosas bajan, pero después suben… y así fue. Quizás fuimos unos de los primeros en hacer una pequeña hospedería o un pequeño hotel”.

Unos años después, cuando estaban pensando en expandir el negocio se les presentó una oportunidad dorada, según explica Gustavo: “El segundo edificio vino en una oportunidad en la que pensamos en hacer el crecimiento. Yo ni me había dado cuenta de que el edificio de al lado tenía un aviso de “se vende” desde hacía mucho tiempo, y pues contacté a un broker amigo y él nos puso en contacto con los dueños e hicimos el negocio. Este edificio eran 20 unidades que eran estudios. No sé si en el pasado era como un cuartel o algo así pero este edificio tiene 200 años el edificio completo, y es otro tipo de arquitectura con otros materiales y sufrió dos fuegos grandes durante su historia. Los fuegos grandes los restauramos, conseguimos las vigas con carbón y reemplazamos las vigas. Fue interesante la restauración. Son dos edificios que estaban colindando y entonces se unieron y se comunicaron en ciertos lugares, pero cada uno mantiene su perfil”.

“Cuando fuimos a comprar el segundo edificio, entra Oriental Bank y ha sido una relación ya de 10 años, con varios ejecutivos y conociendo a un equipo de personas que han ido creciendo y que siguen unos valores y nos ha ido muy bien con Oriental”, rememora Gustavo. “Nosotros empezamos de cero. Nos acercamos a Oriental, planteamos nuestro plan y vinieron, visitaron, analizaron y le dijeron, ´Sí, nadie está haciendo esto, pero creemos en ti´ y así comenzó el trabajo.

Fuimos a otros bancos, por supuesto, y buscamos también hacerlo como una inversión privada. Pero nosotros dijimos, ´Mira, vamos a buscar hacer esto con celeridad y aquí el tiempo tiene más valor que nada´. Como las cosas fluyeron rápido en Oriental, en el 2010-2011 no estaban dando tantos préstamos, porque estábamos en el medio de esa crisis inmobiliaria, pero aún en el medio de la crisis inmobiliaria se plantearon las cosas y se llegaron a acuerdos beneficiosos para ambos lados.

Yo nunca había pedido un préstamo antes. Me explicaron cuál era el proceso, como tenía que prepararme y después hacer los análisis dijimos, ´Sí, nosotros vamos a poder hacer esto´, y así fue. Y, pues, ya estamos a más de la mitad del camino.

Detrás de Oriental hay un grupo de personas que está trabajando y buscando hacer que las cosas funcionen. Aunque el equipo que nos atendió al principio ha ido cambiando, el banco nos ha ido presentando otras personas con las que hemos trabajado de maravilla”, dijo con firmeza Gustavo.

Para este matrimonio emprendedor, la clave del éxito está en la constancia. Beatriz opina que “Hay oportunidad para todos, simplemente necesitas tener constancia, las ganas de hacer las cosas y de trabajar. Pero hay oportunidades, préstamos gubernamentales, el banco Oriental y básicamente, yo creo que lo más importante es tener disciplina y constancia”.

Por su parte Gustavo opina que “En Puerto Rico puedes hacer negocio, ¡claro que sí! El emprendimiento es constancia, adaptación, oferta, mucho trabajo, disciplina y eso va a brindar el éxito”.

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